Envuelto en una gruesa piel y en una espesa capa de grasa para luchar contra el intenso frío, el mayor predador del Ártico, el oso polar, vive y caza en estas tierras cercadas por la nieve y el hielo. Consumado nadador y cazador solitario en los hielos que domina, el oso blanco tiene una distribución circumpolar, habitando las costas árticas e islas de los cinco países que rodean el Polo Norte.
Consumado nadador y cazador solitario en los hielos que domina, el oso blanco tiene una distribución circumpolar, habitando las costas árticas e islas de los cinco países que rodean el Polo Norte –Estados Unidos (Alaska), Canadá, Dinamarca (Groenlandia), Noruega y Rusia–, cuya extensión depende de la banquisa del océano Ártico y de la del hielo que rodea las costas. Un área que, por su alta latitud, la magnitud del casquete glaciar que la cubre y la pobre insolación, se caracteriza por ser extremadamente fría y seca, de fuertes vientos y escasas precipitaciones.
Las estimaciones demográficas de osos polares, tanto debido a su hábitat como a su modo de vida tan móvil, varían extensamente, pero se estima que la población mundial, en 1993, era de 21.500 a 28.300 ejemplares en libertad, siendo ahora estable o en crecimiento.
Estos osos viven en seis poblaciones diferentes: la de la isla de Wrangel y Alaska occidental, la del norte de Alaska, la del archipiélago ártico de Canadá, la de Groenlandia, la de la tierra de Svalbard-Franz Josef y la de Siberia Central, y hay poco o ningún contacto entre estos grupos. Canadá tiene la mayor población con 15.000 osos, y tres subpoblaciones, de unos 3.000 ejemplares, pueden ser encontradas a lo largo de las costas árticas de los Territorios del Noroeste. Las dos más grandes de éstas son estables; la tercera, una pequeña población compartida con Nunavut, varía en el tamaño.
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